Sánchez Aguilar Hortencia

Sánchez Aguilar Hortencia

(México, D. F. 1965)


Nace en México, D.F. en 1965, fue integrante del Taller Literario de la UADY en 1986. Ha publicado cuentos, poemas, artículos, entrevistas y reseñas de teatro en cuadernos de Taller Literario #4 (AUDY), revista “LETRA VIVA” (I.S.S.S.T.E), “El Cocoyol”, en el diario “POR ESTO!” y el suplemento “UNICORNIO” y en la revista “VITA LITTERAE” de Morelia, Michoacán.

Se presentan algunos de sus trabajos poéticos que han dejado huella a las nuevas generaciones:


Abrir los ojos

Abrí los ojos y me di cuenta
que me faltaba parecerme a los demás.
no me gusta ser juzgada,
pero he decidido ser igual a todos.
Ahora ya no habría por qué amar.
Nadie ama ni es amado si no quiere.
Lo importante es inventarse alguna historia.
Ser la mujer débil que requiere protección,
la que no puede estar sola porque muere…
Estoy ciega, necesito
un perro y un bastón para guiarme.
Necesito que me expliquen;
¿por qué razón el cielo es rojo
Y el mar anaranjado?
¿Por qué tienen los niños cuatro brazos?
¿Por qué los viejos andan cargando un tiempo ajeno y
sus huesos nunca crecen y se soldan?
¿Por qué de nuestras bocas el veneno
fluye dejando mares de desprecio
y estando adentro no nos mata?
¿Por qué aún las ratas nos molestan?
¡Perdón! Se me olvidaba que estas cosas no
deben preguntarse. Que se olvidan como
Se olvida a aquellos que están muertos:
Primero se le echa tierra encima
y luego se les rocía con el llanto de todos
para lavar sus culpas.
Disculpen por los sueños, por creer
que todavía haremos algo
como besar un alma o ponerse siempre alegres.
Nada está permitido. Todo se hace por simpatía.
Mejor cierro los ojos e invento otro pensar.


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Piel despierta a goces

Palpa el suelo húmedo,
y las yemas de los dedos
sobresaltan la garganta que se erige.
La vergüenza pesada en la intranquilidad
delira el sabor imaginario del cuerpo ajeno.
Sin permitir reservas,
jugar con los olores
De la respiración exigencia de no gozar del tacto.
Recuerdo aferrado de la lengua húmeda,
de las manos frías,
sobre el sudor tan nuestro,
ante el desbordamiento
de atrevernos a estar con nuestra soledad
tan mutua
de estar lejos, juntos,
yo en distancia,
tú en conciencia,
de quien deslíe nuestros íntimos presentes.


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Nuestras noches de veras tan nuestras…
la locura recorre mi piel recreando su color tan obscuro.
Nuestras lenguas comparten palabras de encuentro,
y tus dedos seccionan mi cuerpo.
En tus ojos contemplo mis senos erectos.
Las palabras obscenas me obligan a hallarte en tu entrega,
nuestra entrega,
en tiempos que muerden, recorren y encienden.
Olvidada alegría; si se es más feliz,
pasaremos a ser moribundos
con la vida escapando a suspiros.
Para trampas la nuestra. Las caricias engañan la piel
y los sueños se duermen con ritmos pausados.


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Cabalgaste sobre mi espalda
ahogando la tristeza,
ya no anuda la garganta
el sonido que partió tras tu gemido.
Dejamos que los senos alimentaran el consuelo
de las lágrimas por los que se fueron.
No hay dolor, estamos unidos, afianzados a la Tierra.
Nuestra vida no se detiene en el tiempo
a pesar de los respiros acompasados
de un dañado, asustado corazón.