Góngora Pacheco, María Luisa

Góngora Pacheco, María Luisa

(1955)

Promotora cultural y escritora en lengua maya. Nació en Oxkutzcab, ciudad del sur de Yucatán. Cursó primaria y secundaria en su tierra natal y el bachillerato en la Preparatoria de Ticul.
Se integró al estudio de los temas indígenas desde 1980 al tomar un curso de capacitación en Valladolid de la Dirección General de Culturas Populares. Participó en otros cursos sobre tradición oral (1983), comunicación y cultura (1984) y teatro comunitario (1990). También es egresada del taller sobre Lecto-escritura de la lengua maya impartido por Carlos Montemayor. Es autora de una Monografía sobre Oxkutzcab de los siguientes textos: Jop’éel Baxalo’ob (Cinco juegos tradicionales), U Tzikbalilo’ob yo’olal ja’asaj oolo’ob, k’ak’as ba’alo’ob yéetel aluxo’ob (Cuentos sobre apariciones en el Mayab), Uyum Santísima Cruz Tuunil Xocén (La santísima cuz tun de Xocén), Un recorrido por Oxkutzcab (Guía turística cultural) Jun jul duuraasnoo (El árbol de durazno) y Chan Moson (Pequeño remolino).
Ha colaborado con artículos para el Diario de Yucatán, Por Esto! Y Diario del Sureste. Es miembro de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas y ha participado en el encuentro Continental Americano realizado en Puerto Ayacucho, Venezuela (1997) y en el Primer Festival Rosario Castellanos en Comitán, Chiapas (2001). 1]


LA SOGA DE SANGRE 2]

Don Emilio Tzab, vecino de la población de Maní, nos contó lo siguiente: En tiempos anteriores a la conquista, tutul Xiú, el gran cacique maya, poseía una soga enorme y cuando deseaba visitar otro pueblo, le ordenaba a la soga que se extendiera en el aire, a cierta altura del suelo y hasta el sitio anhelado, con tal de trasladarse en ella rápidamente. Esta soga excepcional era el Tuch (cordón umbilical) de los Xiú y por ella sentían gran respeto.
Después de la conquista y ya cuando habían construido la iglesia del lugar, el jefe maya le ordenaba a la soga tenderse desde la punta de una de las torres, hasta la catedral de la bella ciudad de Th’o (Mérida) y así viaja hasta allá.
Al paso de muchos años, los Xiú se dispersaron y la soga fue llevada al cenote Xkabch’e’en y allí se quedó, hasta que un curioso entró al lugar, la encontró de casualidad, la sacó a la luz del sol y la desenrolló. Pero al tratar de devolverla a su lugar en la caja de madera donde la guardaba Tutul Xiú, se asombró al darse cuenta que misteriosamente aumentó su volumen y no cabía en la caja.
Trató en vano de meterla nuevamente y cada vez le resultó peor, pues a cada intento la soga creció. Viendo que no podía y asustado por el largo que ya tenía la soga, optó por cortarla en pedazos. Pero cuál sería su sorpresa al ver que de cada corte salí sangre.
Como pudo colocó los pedazos que cupieron en la caja y los demás los dejó fuera. Hasta aquí concluyó su narración don Emilio Tzab.
Muchas personas cuentan que esta soga todavía se encuentra dentro del cenote, custodiada por Xnuk (anciana) y la Xk’uk’ikan (Kukulcán: Serpiente Emplumada). Otros dicen que fue llevada a la capital del estado y no faltan los que aseguran que está en la ciudad de México.
También se dice que la soga que se cortó en partes es la carretera que se extiende y cada día crece más y más, la sangre que manó al ser cortada, es la misma que se derrama día con día a causa de los muchos accidentes que ocurren en ella.


EL KOS Y LA TUZA


Don Alfonso Santamaría, también vecino de la localidad de Oxkutzcab, nos relató este cuento que aunque corto, es muy significativo:
Un día que se encontraba el kos en una rama, ya al alba, comenzó a gritarle a la tuza:
— ¡Mamoj! ¡Mamoj! ¡Ya amaneció para ti!
Y la tuza molesta, porque apenas comenzaba su sueño, le contestó:
— Tonto y más tonto ¿cómo lo voy a saber? Si yo vivo bajo la tierra y tú vives sobre ella?
— Ja, ja, ja, ja, -se rió el kos.
Entonces el kos se tomó la libertad de despertarla diariamente, hasta el día en que a tuza le regañó otra vez:
— ¿Por qué me despiertas? ¡No sabes que soy tu mamá y me debes respeto?
Pero el kos nunca lo entendió así y aún sigue preguntándole lo mismo a la pobre tuza.
Cuando se oye esta pregunta del kos a la tuza, la gente dice que muy pronto comenzará el invierno o hará frío durante la noche de cualquier época del año.


EL PERRO Y LA FORMACION DE LA LAGUNA


En la localidad de Oxkutzcab, al sur del estado, don Alfonso Santamaría me contó casi de corrido lo siguiente:
Una señora llamada X-Lol vivía con su hijita de meses de nacida, su marido y su perro malix, en una casa que se encontraba en el monte y donde tenía su milpa.
Cierto día, cuando ella estaba muy ocupada acarreando agua de pozo con su cántaro, oyó llorar mucho a su hijita y se preocupó.
Pero no pudo ir a cargarla un rato para tranquilizarla, tenía que esperar a terminar su tarea antes que llegara la noche, de por sí tan próxima. Además estaba por venir su marido y le tenía que preparar las chayas con sus pimes, para la cena.
Faltándole todavía algunos viajes, regresó a su casa y le dijo molesta al perrito:
— Siquiera que tú le cantes, sólo sirves para comer.
Varias veces dejó de acarrear agua para ir a decirle lo mismo al perro y luego volvía a continuar su trabajo. Hasta que terminó, camino a su casa, se dio cuenta que la niña no lloraba y en cambio, se escuchaba un canto extraño:

Duerme, duerme pequeña,
que si viene tu mamá
y no te canto
me va a apalear y
no me dará huesitos
de su ave que comerá

Al entrar a la casa, vio que se encontraba sentado el perrito en la hamaca, junto a la niña. X-Lol, muy asustada, echó un grito y soltó el cántaro, éste al caer se rompió y derramó el agua que poco a poco formó un charco y se fue haciendo más grande hasta formar la laguna.
No se sabe dónde acabaron la niña y la mujer, pero se cuenta que el perrito se convirtió en lagarto, que siempre se oye el canto y que la laguna K’anaa sigue creciendo hasta que un día toque el mar.


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María Luisa Góngora Pacheco es una notable figura cultural en las comunidades de Oxkutzcab y Maní y en muchos poblados del sur de Yucatán. En su primer volumen de relatos, María luisa Góngora ha reunido cuentos tradicionales que apuntan en varias direcciones temáticas. Algunos forman parte del conocimiento ancestral de los mayas; otros revelam el sustrato de resistencia y de conocimiento profundo ante la invasión española; otros descubren el valor que los mayas han otorgado a la riqueza de su geografía; otros la fuerza con que nuevas creencias resligiosas se unen a la naturaleza deslumbrante de los mayas. Pero todos, quizás, revelan el gran humor de su pueblo.

Aún ahora, cuando en las noches se interrumpe la ennergía eléctrica en Oxcutzkab, los vecinos salen de sus casas y comienzan a conversar bajo el cielo estrellado.
Lentamente la conversasión retoma las viejas historias, los sabios relatos de los viejos vuelven a decir en las musicales y alegres palabras mayas. En esas veladas María Luisa ha escuchado varias veces los cuentos que ahora ella escribe con su estilo persuasivo y limpio.

Carlos Montemayor,
Mérida, Noviembre 1990.
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1] Diccionario de Escritores Yucatecos. Peniche Barrera Roldán y Gómez Chacón Gaspar. Segunda Edición CEPSA, 2003.

2]
“Cuentos de Oxkutzcab y Maní”, Góngora Pacheco María Luisa, Colección Letras Mayas Contemporáneas, 1990, Mérida, Yucatán, México.